El presidente de Estados Unidos reconoce que la situación en el país empeorará antes de mejorar
En la imagen, el presidente de EE UU Donald Trump la primera vez que llevó puesta la mascarilla durante la pandemia, en su visita al Hospital Militar de Bethesda (Maryland). Patrick Semansky AP
La gestión de la pandemia del presidente de Estados Unidos ha trazado un camino lleno de curvas. Primero emergió el negacionismo de un Donald Trump que relativizaba el daño de la pandemia sobre la salud pública. La negación llegó hasta el punto de exigir a los estados que levantasen las restricciones para reactivar a toda costa la economía. También sugirió a los estadounidenses que se inyectaran desinfectante y luz a enfermos de Covid-19 para matar al virus. Esta semana, Trump ha cambiado de parecer hasta plegarse a las recomendaciones de la OMS, a la que hace semanas decidió cortar la financiación por parte de EE UU, y ha pedido a sus compatriotas que utilicen mascarilla.
El presidente de EE UU ha advertido este martes de que la pandemia de coronavirus “empeorará” en el país. La petición de utilizar mascarilla se ha producido en una rueda de prensa centrada en el virus, algo habitual al inicio de la crisis pero que había abandonado hace unas semanas, y en un tono muy diferente del utilizado en el pasado. “Probablemente, desafortunadamente, (la pandemia) empeorará antes de que mejore. Es algo que no me gusta decir, pero así son las cosas”, declaró el político republicano, quien ha reconocido el problema en los estados del llamado “cinturón del sol”, como Florida y Texas.
Con casi cuatro millones de contagios y más de 140.000 muertos con coronavirus en EE UU, los sondeos censuran la gestión de Trump de la pandemia, que ahora alerta de los peligros del virus y destaca las medidas de prevención. “Consigan una mascarilla. Les gusten o no, tienen un impacto. Y necesitamos hacer todo lo que podamos”, ha reclamado. Trump ha instado a los jóvenes a “ser seguros e inteligentes” y evitar bares llenos y grandes concentraciones.
“Si pueden, usen la mascarilla; cuando puedan, usen mascarilla; si están cerca el uno del otro, cerca de un grupo, yo me la pondría; si estoy en un ascensor y hay más gente conmigo, yo me la pongo”, dijo Trump, que mostró a la prensa su propia mascarilla guardada en un bolsillo. “Llevo la mascarilla, la usaré con mucho gusto, no tengo problema con ello”, insistió.
Trump compareció en esta rueda de prensa sin los principales expertos médicos que han asesorado al Gobierno durante la pandemia, los doctores Anthony Fauci y Deborah Birx. El propio Fauci reconoció que nadie le había invitado, haciendo patente la distancia, cada día mayor, con el presidente. Preguntado por sus asesores, Trump explicó que Birx estaba en la sala de al lado, sin hacer mención a Fauci.
Estas conferencias diarias en la Casa Blanca para actualizar el avance de la pandemia dejaron de celebrarse cuando Trump recomendó en abril que el virus podía tratarse con inyecciones de desinfectante. En intervenciones anteriores a la de esta semana, en la que empleó un tono moderado, el mandatario había menospreciado el uso de mascarillas y las ha calificado de antihigiénicas.
Una muestra de patriotismo
La moderación no ha calado en todo su discurso sobre el coronavirus, al que sigue llamando “virus chino” en alusión a los primeros casos, que se detectaron en el gigante asiático, con quien la Administración Trump mantiene una pugna comercial y tecnológica.
El lunes el político republicano aseguró que llevar mascarilla es “patriótico”. Estas declaraciones contrastan con su escepticismo inicial y que apuntan a un cambio de estrategia por parte del mandatario. A través de su perfil de Twitter indicó: “Estamos unidos en nuestro esfuerzo para vencer al virus invisible de China y mucha gente dice que es patriótico llevar una mascarilla cuando no puedes hacer distanciamiento social. ¡No hay nadie más patriótico que yo, su presidente favorito!”, dijo.
La foto que acompaña a ese tuit corresponde a la visita que Trump hizo el 11 de julio al hospital militar Walter Reed, a las afueras de Washington, y donde apareció en público con el rostro cubierto por primera vez desde el inicio de la pandemia. “Creo que es genial usar una mascarilla. Nunca he estado en contra de ellas, pero creo que tienen un tiempo y un lugar”, sostuvo en aquella visita.
Guerra con China
El Gobierno de Trump acusó el pasado martes a la inteligencia de China de apoyar los ciberataques de dos piratas informáticos chinos contra empresas de 11 países, entre ellos España, para intentar robar datos de la vacuna para la Covid-19 y secretos de tecnología militar.
Los ‘hackers’, identificados como Li Xiaoyu, de 34 años, y Dong Jiazhi, 33 de años, presuntamente se dedicaban al ciberespionaje para “beneficio propio” y también para ayudar al Ministerio de Seguridad de Estado chino, una de las agencias de inteligencia más misteriosas del mundo y que, en EE UU, equivaldría a la CIA.
Washington asegura que el Ministerio de Seguridad de Estado chino daba a los piratas informáticos información sobre cuáles eran los puntos débiles en los programas de las compañías que se habían convertido en un objetivo.
El 13 de mayo, el FBI y otra agencia de la inteligencia de EE UU ya aseguraron en un informe que piratas informáticos chinos estaban atacando los centros de investigación estadounidenses para robar información sobre las vacunas y los tratamientos que se están probando para el nuevo coronavirus.